martes, 22 de mayo de 2012
Las migas del papel
Y alguien abra dicho que las palabras no se las deja en una servilleta, uno mira para el otro lado, y ya las mete en la nariz, o la busca para limpiar un bocado en el que uno no sabe con que palabra puede envenenarse, es un momento totalmente despistado, casi rutinario, cronometrado, y calculado.
Después desconozco mis resfrios, mis bocas rotas, hasta espero a que se seque el revoltijo de mis palabras, dándole un uso sin fin a la mañana del Lunes.
El martes ya es un bulto más del bolsillo del pantalón,como de la mochila, ya todo seco me acuerdo que se embarcan las damas después de la comida, cuando las moscas se quieren ir a dormir.
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Envenenarse con palabras, qué terrible y qué bello. Las palabras nos atraviesan, nos hacen vivir o nos matan, cualquier destino es sublime. Creo que miramos al mundo desde la misma ventana, con un poco de frío en los pies o en las manos, pero al final el frío no es tan grave.
ResponderEliminarSi el regalo no llega a mis manos, ¿puede llegar a mis ojos? Convertilo en palabras que te sale bien regalar poesía.