Jirafas de elegantes salones, bajo el mantel burgués de aquellos cinco hombres juntados en rondas, viendo quién agarra mejor la punta dorada de una mesa que no tiene más que el cadáver de un árbol virgen.Hasta su adorno material, abarca el silencio que le brinda la copa de vino en su mejor toma de luz , cuando no mucho después se trasluce el vacio que deja un salón con hombres de carne, utensilios, y elementos de una realidad que no cruza la calle principal que da a la piel.
Ni ellos ya hablan, en las jirafas de élite, guardan la nobleza del no poder hablar.
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