A los estomagos en blanco:
Un guiso de flores que lleva a Jordi al mareó de sus comidas,
en un vació que no se puede tirar, solo se le hunde el cuerpo en un infinito
que llega consigo en su ombligo donde algunas veces flotan flores amarillas.
Se ríe de nuevo como un niño porque los nervios acorralan con sus dientes
que quieren volar fuera de allí, porque no encuentra palabras para el temblor
que se transporta hasta sus huesos.
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