Y te hundo con los huesos poco a poco en el agua, te sumerjo, no se si te introduzco de nuevo o te entierro dentro de mi, pero mi cuerpo decanta y pierde peso en un proceso encantador , como despertarse después de una fiebre , con una segunda piel, toda esa ropa cocinada a la nueva carne, un manto con la peste derretida.
El invierno proxeneta y muy sutil , aquí no se ven daños , ni mapas para cicatrices, ni escaleras para cajas cerradas. No hay nada de eso y en ese fin de búsqueda comienza la idea que atormenta mis otoños, qué fue de vos, sin espina no me queda recuerdo , no es que te pida la aproximación de mi daño, ni olor a frecias, te doy tu libertad fuera de mi, te excluyo de recuerdos, corto el candado, clavo la espina y me voy.
Porque para irme te tengo que dejar todas las partes de mi cuerpo, hasta las más gruesas y olorosas.La piel vieja, pero la que me hace eterna en vos, porque yo me estoy yendo, no para encontrarte de nuevo, para creer un poco más en la mañana , y que el Sol llegue directo a mi. Es que es medio hijo de puta, sabes que esta en todas partes pero no me toca, porque te creí Sol, y hasta quise que brilles solo para mi,pero con la distancia nos parecemos más, no brillamos por cuenta propia , nos cargamos de Sol, y nos amamantamos del barro.
Gané, mi libertad , porque tus uñas no dejaron rastro. Sin herida , sin recordatorios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario